Eugene Atget

Creo firmemente que uno de los males de nuestro tiempo tiene que ver con la manía de poner etiquetas. Paseando por las salas de la Fundación Mapfre y  llevado por esa necesidad simplificadora que me ayuda a comprender lo que estoy viendo, rápidamente puse una etiqueta al trabajo que estaba allí expuesto. “Fotografía documentalista, con un encuadre y composición casi científicos”.


A mitad de recorrido me tope con la siguiente cita de John Szarkowski:
“Hasta su muerte cultivó de forma callada su oficio. A un observador superficial le habría parecido el típico fotógrafo comercial de la época. No era innovador. Trabajaba pacientemente con técnicas que incluso cuando las adoptó ya eran obsoletas, y cuando murió, anacrónicas.
               
Era poco dado a experimentar en el sentido actual de la palabra, y menos a teorizar. No fundó ningún movimiento ni atrajo en torno a si ningún círculo. Pero hizo fotografías que en cuanto a pureza e intensidad de visión no han sido superadas”









Aire fresco, una actitud de la que podemos aprender mucho en una época en la que la teoría precede y nace como justificación constante de la obra.